El estudio de las Relaciones Internacionales en México (3)
En el caso de México, como con posterioridad a la revolución de 1910 se puso especial énfasis en la profesionalización general de la administración pública, de fundó la Escuela Superior de Administración Pública, incorporada a la Universidad Autónoma de México. Al finalizar la segunda guerra mundial la recientemente creada Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) recomendó establecer una institución dedicad a la investigación y enseñanza de las ciencias sociales y políticas, puesto que las materias en esos rubros estaban concentradas en las facultades de derecho y economía de la ya Universidad Autónoma de México (UNAM)- atendiendo dicha recomendación, en 1951 se decidió crear la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de acuerdo al proyecto elaborado por el distinguido jurista Mendieta y Núnez.
A pesar de que el servicio exterior mexicano ya era un modelo de servicio civil, puesto que desde el porfiriato se seguía la práctica de realizar exámenes de oposición para ingresar al mismo y se contaba con cuadros permanentes, no se disponía de una institución para la capacitación de dichos cuadros. En esa virtud se aprovechó la creación de la mencionada escuela para subsanar esa laguna. La cancillería mexicana solicitó a la UNAM que en la nueva Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) se establecieran la licenciatura en ciencias diplomáticas, cuyo programa de estudios se apegó a la temática que comprendían de esos exámenes de ingreso al servicio exterior mexicano. De esa manera dicha carrera, se convirtió en un curso propedéutico específico para presentación de esos exámenes con duración de cuatro años, a manera de que fue la primera en el país dedicada a la investigación y el estudios de las relaciones internacionales. Asimismo, se creó el diplomado para el servicio consular, que se diseñó de acuerdo a las necesidades prácticas de esa importante rama del servicio exterior.
Con el paso de los años, se hizo evidente que muchos estudiantes interesados en el acontecer internacional no necesariamente tenía la intención de ingresar al servicio exterior y que, asimismo, las crecientes complejidades de un mundo cada vez mas globalizado rebasaban el currículum centrado en las asignaturas diplomáticas. Por ende, en 1967 se decidió ampliar el programa de estudios y cambiara la carrera de licenciado en ciencias diplomáticas el nombre, convirtiendo en la de relaciones internacionales. Con lo anterior, la enseñanza en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM perdió su función original de curso propedéutico para presentar los exámenes de admisión que requería la cancillería.
En el año de 1951 el Mexico City College igualmente comenzó a impartir cursos de relaciones internacionales para aquellos estudiantes que deseaban obtener el titulo de Bachelor of Arts in International Relations. En 1985 esta institución se dividió, surgiendo la Universidad de las Américas con sede en la Ciudad de México y la Fundación Universidad de las Américas con sede en Puebla, mismas que incluía en su currículum la carrera de relaciones internacionales. Por su parte, el Colegio de México (COLMEX) fundado en 1940, en el año de 1960 estableció su Centro de Estudios Internacionales y creó la licenciatura en relaciones internacionales por lo que la cancillería se acercó al mismo buscando que sus egresados se incorporaran al SEM, que funcionarios de la misma impartieran conferencias y cursos en dicho centro, y que jóvenes diplomáticos tomaran cursos en el COLMEX, etcétera. Pero como al final de cuentas comenzaron a proliferar en el país gran número de universidades, públicas y privadas, que ya contaban con la licenciatura en relaciones internacionales, y ninguno de sus programas se ajustaba específicamente a los requerimientos de los exámenes de ingreso al SEM, en 1974 la Secretaría de Relaciones Exteriores creó su propio centro de estudios académicos: el Instituto Matías Romero de Estudios Diplomáticos (IMRED).
La cancillería básicamente ha dejado en manos d las universidades la formación académica de sus nuevos cuadros diplomáticos y consulares. Si bien ello responde a muchas razones, como al hecho de que en el país ya se cuenta con más de 80 instituciones de enseñanza superior en las que se imparte la carrera de relaciones internacionales, a que no todos los estudiantes de esta disciplina desean ser miembros del SEM, a una estrategia para reducir costos, etcétera, ello ha venido a representar un inconveniente para quienes aspiran a ser diplomáticos, puesto que dichas universidades, explicablemente, no imparten muchas materias ni generan competencias que sean de relevancia para los exámenes de ingreso al SEM y para el ejercicio de la diplomacia, tales como protocolo, protección consular, tratados internacionales, legislación aplicable a la carrera, derecho diplomático, redacción de documentos oficiales, etcétera.
El campo laboral para el internacionalista contemporáneo ya es sumamente amplio y variado, pero obviamente el servicio exterior continúa siendo el ámbito por excelencia para el ejercicio de los conocimientos adquiridos en la carrera de relaciones internacionales.
Autores: Walter Astié-Burgos y María Cristina Rosas.
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